El agua salada es aquella que contiene una alta concentración de sales disueltas, típicamente alrededor de 35 gramos por litro. Eso es equivalente a llenar una lata de refresco estándar con agua de mar y encontrar que más o menos 3.5% de su contenido es sal. La inmensa mayoría del agua salada de nuestro planeta se encuentra en los océanos y mares, los cuales cubren más del 70% de la superficie terrestre.

 

Ahora, aquí viene el dato curioso. El agua del océano es salada debido a los minerales de las rocas de la corteza terrestre. Las lluvias y las corrientes fluviales erosionan estas rocas y arrastran sus minerales, como el cloruro de sodio (sal de mesa), hasta los océanos. Una vez en el océano, la sal se queda atrás cuando el agua se evapora para formar nubes, lo que aumenta la salinidad del océano con el tiempo.

 

A pesar de su sabor poco apetecible para los humanos, el agua salada es vital para la vida marina. De hecho, la vida en la Tierra se originó en los océanos, y la diversidad de vida en nuestros mares y océanos es asombrosa, desde los microscópicos fitoplancton hasta la majestuosa ballena azul, el animal más grande que jamás ha existido.

 

Además, los océanos tienen un papel fundamental en el clima del planeta, absorbiendo calor y transportándolo de los trópicos a las regiones polares. Sin embargo, los océanos están enfrentando amenazas sin precedentes debido al cambio climático y la contaminación.

 

Por lo tanto, aunque no podamos beber agua salada directamente, es vital para la vida en nuestro planeta y para la estabilidad del clima global. Así que la próxima vez que te encuentres nadando en el océano, recuerda la importancia de estas vastas masas de agua salada y considera lo que puedes hacer para ayudar a protegerlas.